B. Uniones estrechas.
Se encuentran en las partes apicales de los epitelios y en el tejido muscular cardiaco. Establecen uniones tan fuertes entre las células contiguas que prácticamente no dejan espacio intercelular entre sus membranas plasmáticas y limitan la difusión de sustancia solubles extracelulares. Las uniones estrechas forman una especie de cinturón que rodea todo el perímetro celular. Además de mantener cohesionadas fuertemente a las células realizan otras funciones. En los tejidos epiteliales, por ejemplo el epitelio digestivo, impiden que las sustancias del exterior penetren al organismo por los espacios intercelulares. Esto obliga a las sustancias a una captación selectiva por parte de las células epiteliales, ser trasnformadas y liberadas al torrente sanguíneo. Pero, además, las uniones estrechas permiten la polaridad de las células epiteliales puesto que impiden la difusión lateral de moléculas en sus membranas celulares. Con ello se consigue una zona o dominio apical con un juego de moléculas distinto a un domino latero-basal de la célula epitelial. Esta separación es importante para establecer un sentido de captación y liberación de sustancias desde el exterior hacia el interior.
Molecularmente, las uniones estrechas están formadas por la ocludina y por una familia de moléculas denominadas claudinas, que son las proteínas transmembrana encargadas de establecer los contactos célula-célula. Las claudinas parecen ser las más importantes y en sus conexiones extracelulares forman unos poros que dejan pasar ciertos iones por el espacio extracelular, no más de 1 nanometro de diámetro. Hay 20 tipos de claudinas, cada una de las cuales forma uno poro extracelular distinto y así los epitelios pueden modificar la selectividad de su permeabilidad extracelular según el tipo de claudina que expresen. El dominio intracelular de estas moléculas interactúa con otras moléculas denominadas ZO, las cuales forman un entramado intracelular que interacciona con los filamentos de actina del citoesqueleto y con otras proteínas citosólicas que desencadenan cascadas de señalización.
Se encuentran en las partes apicales de los epitelios y en el tejido muscular cardiaco. Establecen uniones tan fuertes entre las células contiguas que prácticamente no dejan espacio intercelular entre sus membranas plasmáticas y limitan la difusión de sustancia solubles extracelulares. Las uniones estrechas forman una especie de cinturón que rodea todo el perímetro celular. Además de mantener cohesionadas fuertemente a las células realizan otras funciones. En los tejidos epiteliales, por ejemplo el epitelio digestivo, impiden que las sustancias del exterior penetren al organismo por los espacios intercelulares. Esto obliga a las sustancias a una captación selectiva por parte de las células epiteliales, ser trasnformadas y liberadas al torrente sanguíneo. Pero, además, las uniones estrechas permiten la polaridad de las células epiteliales puesto que impiden la difusión lateral de moléculas en sus membranas celulares. Con ello se consigue una zona o dominio apical con un juego de moléculas distinto a un domino latero-basal de la célula epitelial. Esta separación es importante para establecer un sentido de captación y liberación de sustancias desde el exterior hacia el interior.
Molecularmente, las uniones estrechas están formadas por la ocludina y por una familia de moléculas denominadas claudinas, que son las proteínas transmembrana encargadas de establecer los contactos célula-célula. Las claudinas parecen ser las más importantes y en sus conexiones extracelulares forman unos poros que dejan pasar ciertos iones por el espacio extracelular, no más de 1 nanometro de diámetro. Hay 20 tipos de claudinas, cada una de las cuales forma uno poro extracelular distinto y así los epitelios pueden modificar la selectividad de su permeabilidad extracelular según el tipo de claudina que expresen. El dominio intracelular de estas moléculas interactúa con otras moléculas denominadas ZO, las cuales forman un entramado intracelular que interacciona con los filamentos de actina del citoesqueleto y con otras proteínas citosólicas que desencadenan cascadas de señalización.
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